LA FIESTA ESTÁ VIVA
Por: Rafael Cué*
Ha sido un fin de semana intenso e importante para la fiesta de toros en México. En primer lugar, en el taurino estado de Aguascalientes se llevó a cabo la asamblea de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia. Gremio de los verdaderos ecologistas de México. Hombres y mujeres cuya pasión y vocación por el toro de lidia mantienen en este país más de 170 mil hectáreas en perfecto equilibrio ecológico. Respetuosos de la ley, de la agricultura, del pastoreo y de nuestras tradiciones. Le pido amable lector me permita presentar lo vivido en Aguascalientes para la entrega de la siguiente semana, simplemente porque el domingo en Guadalajara vivimos la razón por la que estas más de 200 ganaderías en México empeñan su vida en crear un concepto de bravura y tradición.
Con motivo de la celebración de la fundación de la Perla Tapatía, la empresa Espectáculos Monterrey, ha organizado siete festejos taurinos: seis corridas de toros y una novillada. El domingo, 27 de febrero, se llevó a cabo la cuarta corrida de la temporada. Un cartel con cuatro conceptos distintos del toreo. La ganadería de Pozo Hondo, hierro que pasta en el municipio de Sain Alto, Zacatecas, preparó una corrida de toros con cuajo, que quiere decir la seriedad que sólo el toro adulto es capaz de presentar en el ruedo. En tipo, que quiere decir que la morfología de los seis toros va de acuerdo a las características físicas del origen de este ganado, que en este caso proviene de una de las casas madres de la ganadería brava mexicana, el encaste Llaguno. Además de la relevancia de cumplir con los puntos anteriores, lo más importante es el concepto ganadero que los toros llevan dentro, la manera de embestir, de entregarse al toreo. La bravura amalgama numerosas características, y es el ganadero quien, con base en una estricta selección en los tentaderos, les va priorizando los matices. Lo más evidente es la acometividad, que el toro vaya y pronto donde lo llamen, a partir de ahí cada ganadero tiene en su cabeza un sueño para sus toros. La familia Alatorre Rivero ha venido trabajando por más de un cuarto de siglo para evolucionar la manera de embestir de sus toros y vacas.
Para lidiar estos seis toros se anunciaron tres toreros de distinto concepto. El maestro Antonio Ferrera, quien por cierto pasado mañana cumple 26 años como matador de toros, es un torero cuya amplitud de conceptos le permite expresar con absoluta libertad su manera de sentir ante la cara de los toros. Su técnica es impecable, es su herramienta fundamental para que su alma sea quien dicte los destinos de su toreo. Los últimos años hemos descubierto y gozado con un torero distinto, que deja fluir sus emociones, por momentos sacrificando los cartabones de la estética, sitio seguro para los toreros, sin embargo, él alcanza la emoción dejándose llevar por la emoción. Es generoso con el toro, lo hace lucir en los tres tercios y si éste reúne condiciones de bravura, el espectáculo es sublime. Tuvo en suerte un gran lote. A su primero lo toreó por nota, dejándole venir de largo, sometiéndole abajo y el toro rebozándose en la embestida. En la suerte suprema, le dio aún más distancia al toro, se fue de largo y andando montó la espada para que el encuentro se diera cuando el toro arrancara, pinchó. Una pena lo que era el inicio de una tarde que a la postre recordaremos siempre.
Al cuarto de la tarde le realizó una obra maestra. Con su capote azul, de suave seda, embelleció las primeras poderosas embestidas del bravo toro de Pozo Hondo. Ante el caballo de pica lo colocó en los medios de la plaza. La sensible y exigente afición tapatía guardó silencio. El picador Mauro Prado toreó a caballo, enceló al toro con la voz, moviendo a su montura y citando levantando la garrocha provocó la brava arrancada del astado que generó un alarido de emoción. ¡Qué bella y viril es la suerte de varas cuando se ejecuta con pureza! Tumbo al piquero y la emoción de la bravura. Se lleva Ferrera al toro y lo coloca una vez más en los medios. Inmensa la expectación que precede a la emoción que sólo en el ruedo se puede crear. Con torería repite el procedimiento Prado y el toro galopa humillado aún con más poder ante el peto, se consume un puyazo sublime. La emoción es total y el picador se retira ante una ovación en pie de toda la plaza. Olé por los picadores buenos, olé por los toreros que lucen al toro y olé por los toros bravos.
Brindis al picador, faena de libertad, toreo por bajo, al ralentí, con naturales infinitos de embestidas de cara baja, arando la arena con los belfos, con el poderío del toro bajo las órdenes de la bravura y el buen toreo. Éxtasis de torero conectado con el público. Estoconazo, dos orejas que debieron ser rabo, arrastre lento al toro que debió ser vuelta. La emoción del toreo no tiene medición.
Héctor Gutiérrez fue el segundo espada. Torero de toreo bueno, con clase y elegancia, valor y temple supremo. Consentido de esta plaza, en su primero tuvo un toro cumplidor, faena aseada, de momentos bellos que le permitieron dar una vuelta al ruedo de las que valen.
Ante el quinto, el que todos admiramos como el toro de la corrida, no hubo suerte. Falló el toro que no estuvo a la altura en sus embestidas de sus hechuras. En el hidrocálido hay un torero serio, esta tarde no fue para él.
Diego San Román ha cruzado el domingo una raya que muy pocos en la historia del toreo son capaces de cruzar. Pisar los terrenos del toro, no es lo mismo que meterse entre los pitones al final de la faena. La verdad que implica ligar los muletazos casi sin enmendar, dejando cuerpo y muleta donde el toro puede embestir a uno u otra genera una emoción distinta. Se empapan las palmas de las manos. Se exhala un olé diferente, la emoción y la angustia provocan admiración absoluta. Torero macho que además templa y se pasa los toros por la faja. Puntazo en el escroto en la estocada al primero. Oreja. A su segundo, herido, otra faena de alarido. Otra oreja. No hay más espacio para párrafos de emoción. De este hombre y su concepto escribiremos y hablaremos mucho, se lo aseguro.
Twitter: @rafaelcue
*Artículo escrito para el diario El Financiero, reproducido por voluntad del autor en Intelisport.
