Por: Rubén Romero
Articulista invitado
Con la celebración de la edición 2024 del Maratón de la Ciudad de México se cierra un ciclo sexenal del evento, que es el más grande de su tipo en nuestro País.
El maratón enfrentó el grave problema de la pandemia, que afectó varias de sus ediciones, pero para este año regresa con fuerza.
En el ciclo que ahora termina hubo momentos memorables, como lo fue el triunfo del boliviano Héctor Garibay, quien rompió el récord histórico en el 2023.
También está el desafortunado señalamiento durante varias ediciones, de los miles de «corredores de chocolate», que son los que solo cubren los últimos kilómetros para recoger la medalla.
¿Qué esperar a partir de 2025 con el inicio del nuevo sexenio, para el que tiene todo para llegar a ser el maratón más importante de América Latina?
¿Qué aspectos de la organización debiera revisar la nueva gestión el Instituto del Deporte? Analicemos.
El comité organizador
Cada seis años se cambia al director del Maratón de la Ciudad de México.
El problema con esto es la falta de criterio y de un plan de desarrollo que permita lograr un crecimiento sostenido. En el sexenio que está por terminar, el MCM ha tenido tres directores diferentes.
Un ejemplo de criterios cambiantes es lo ocurrido esta semana.
Hace tres días se anunció que la meta del maratón se cerrará seis horas después del disparo de salida, y quienes crucen después de ese tiempo serán descalificados.
El anuncio es correcto, así lo dice la convocatoria, pero eso no se había hecho respetar antes.
Incluso, durante la gestión anterior, el Instituto del Deporte decidió que la meta estaría abierta durante nueve horas, con el fin de aumentar las inscripciones y llegar a la cifra récord de 42 mil 195 participantes, que desde luego no se alcanzó.
El problema de la sucesión del director del maratón se agrava cuando, además del cambio de organigrama, ocurre también un cambio de partido político.
No hace falta profundizar en que la administración que entra difícilmente se interesará en promover lo que iniciaron sus antecesores.
Aunque ningún esquema organizacional es perfecto, ya ha habido casos exitosos en México en los que este formato ha funcionado. Todo es cuestión de intentarlo.
Corredores de ‘chocolate’
De acuerdo con reportes, fueron unos 2 mil 800 participantes en el Maratón de la Ciudad de México 2023, los que recogieron su medalla sin haber corrido completa la prueba. Son los llamados «corredores de chocolate».
Lo cual no habla bien de la comunidad corredora mexicana.
El problema nació en 2013 cuando el MCM propuso que la medalla fuera cada una de las letras de la palabra México, para hacerlas coleccionables y de paso aumentar la lealtad de los corredores.
Lo que nadie esperaba es que eso generara una gran demanda, y para el 2015 se disparó la cantidad de corredores al grado que las medallas se empezaron a vender en sitios de internet. La verdad es que la idea de coleccionar las preseas de finalista funcionó como un fertilizante para el crecimiento de los «corredores de chocolate».
¿Qué hacer para restaurar la imagen de la comunidad corredora mexicana en el extranjero? La verdad es que será una tarea bien difícil para quien llegue a la dirección del MCM. Si es que tiene la intención de hacerlo.
Pero lo que sí es cierto es que para limpiar esa imagen se debe empezar por endurecer los controles para eliminar a esos corredores del MCM, y revisar muy seriamente si se quiere seguir con la idea de la colección sexenal de las medallas.
La etiqueta del MCM
El calendario de Carreras de Etiqueta de la World Athletics (WA) incluye 16 carreras de Etiqueta Platino y 44 carreras de Etiqueta Oro para 2024.
¿Qué significa que el Maratón de la Ciudad de México tenga una etiqueta de Oro?
Un requisito es tener un cierto número de atletas de cada rama de nivel Oro en el evento, de acuerdo con la clasificación de la WA, pagando sus cuotas «por aparición» y sus gastos de viaje, incluidos los de sus mánagers.
El segundo, es cubrir una cuota de 20 mil dólares, además de los porcentajes que la WA les cobra a los mánagers de los atletas por participar en el evento.
El tercer requisito es invitar a un número de delegados de la WA a viajar y ser parte del maratón, cubriendo sus gastos de viaje y las atenciones durante el evento.
Aparte de eso, la WA requiere que el evento sea transmitido por televisión, o al menos por redes sociales, y que se haga cierto número de pruebas antidopaje adicionales a las que se hacen sin la etiqueta.
¿Qué significa lo anterior? Significa que contar con una etiqueta de oro de la WA implica incurrir en gastos adicionales que pueden superar los 250 mil dólares.
Aquí surge la pregunta: ¿Qué beneficio le genera al maratón el hacer ese gasto?
¿Qué pasaría si una parte de lo que se invierte en la etiqueta se utilizara para ayudar a los corredores mexicanos a alcanzar el nivel requerido para volver a participar en el maratón olímpico? En París no hubo ninguno.
El tema merece una revisión.
Recuerda que correr es salud y algo más… mejor calidad de vida.
Correo electrónico: azteca_42@hotmail.com
