AL LARGUERO

Por: Alejandro Tovar Medina

Articulista invitado

Don Guillermo Garibay (1921-1996) lo dijo al reportero una ardiente tarde de verano en el viejo estadio de la Revolución, cuando preguntamos sobre Josh Gibson, impresionados por sus logros de bateador non y el haber transitado por la Liga Mexicana con Aguila de Veracruz. «Mire, era tan poderoso que una vez se paró a batear y ante la expectativa popular, sonrió. Luego procedió a echar la pelota del parque con un leñazo descomunal que se fue entre las dos torres. Para que tenga una idea de su poder.»

Josh Gibson acaba de ser reconocido por la MLB muchos años después de su muerte, con sus números en la Liga Negra y ahora se considera como un notable, aunque tardío. En su tiempo en las grandes ligas solo jugaban blancos. Gibson (1911-1947) nació en un pueblo de Georgia llamado Buena Vista, donde la pobreza era campeona. Podía jugar varias posiciones en el beisbol pero era de catcher como mejor lucía por su fortaleza y potente brazo, como que era un tipo atlético de l.85 mts. y 95 kilos de peso.

Su primer equipo fue el Homestead Grays y luego pasó a ser el receptor de otro gigante, Satchel Paige (1906-1982) de quien Joe Dimaggio (1914-1999) decía: «El mejor y más rápido lanzador que he enfrentado». Ese famoso 1-2 contribuyó a cinco títulos. A Gibson se le atribuyen 800 jomrones. De joven vivía de un modesto empleo como elevadorista en los almacenes Giamble de Pittsburgh. ahí lo buscó Cumberland Posey (1890-1946) para llevarlo a jugar beisbol, pues su catcher estaba lesionado y con Josh detrás del plato, ya no pudo regresar. Gibson se apoderó de todo.

El hombre del gran poder, llegó a cumular logros como obtener la triple corona (liderato en jomrones, promedio y carreras impulsadas). Se casó muy joven (solo18) con Helen Mason pero no quería ser elevadorista y sabía que el beisbol podría salvarlo y vaya que lo hizo. Posey, su mánager y el hombre que lo impulsó, decía de Josh, «es el mejor pelotero negro o blanco que haya visto» Por eso lo escogió para el Pittsburgh Crawfords.

En su momento, el dictador dominicano Leónidas Trujillo (1891-1961) se llevó a la pareja Gibson-Paige al beisbol invernal de su patria. También fueron estelares de los Leones de La Habana y en 1943 el toletero se enroló con Aguila de Veracruz en México, pero su equipo de Pittsburgh lo reclamó y tuvo que regresar. Cuando le preguntaron los de Sporting News la famosa revista estadounidense por su mejor cuadrangular, decía que haberla sacado del viejo estadio de los Yankees era su gran logro. Disfrutaba mucho el recordarlo.

Branch Rickey (1881-1965) el jefe de los Dodgers, entonces de Brooklyn firmó a Jackie Robinson (1919-1972) y con ello rompió la barrera del color en la MLB, con la aprobación del Comisionado Albert B. Chandler (1898-1991) en 1947.  Gibson fue tentado por Senadores de Washington pero no se concretó. Se le atribuye a su veteranía pero la realidad es que le fue detectado un tumor cerebral  y de a poco, decepcionado, cayó en las garras del alcoholismo. Su final no tardó mucho, vino ese mismo año en que Robinson deslumbraba con los Dodgers y fue por un ACV (accidente cardio vascular). Solo tenía 35 años de edad.

Josh Gibson es de esos jugadores que a los fans les encantaría ver ahora mismo pero solo puedes imaginarlo y ver su placa en el Salón de la Fama de Cooperstown, NY donde está desde 1972. Fue el segundo pelotero negro en arribar, luego de Jackie Robinson. Un fenómeno que vivió poco y en tiempos donde los medios eran reducidos. Solo queda dejarlo a la prosa de Rafael Alberti (1902-1999) el poeta de la Generación del 27 que veía con los ojos del alma: «Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay puertas al mar que se abren con palabras».

X (Antes Twitter): @Tovar1TV