Hace muchos años, cuando la afición lagunera disfrutaba de futbol de Primera División, cuando los estadios San Isidro y Moctezuma cada domingo se llenaban, cuando la exigencia era tan sólo mantenerse en la primera división, cuando disfrutábamos –aunque con el Jesús en la boca– aquellas hermosas liguillas contra el Zacatepec o contra el Irapuato, y que, afortunadamente, tanto el Laguna como el Torreón las ganaron todas. Cabe hacer notar que estos emocionantes encuentros eran por no descender, era lo que teníamos y era nuestra afición inquebrantable la que ni siquiera soñaba entrar a una liguilla por el campeonato, mucho menos a ganarlo. Nuestras alegrías eran tan grandes como aquella cuando el Torreón le metió 5 a la verdadera “Maquina” de la Cruz Azul, o aquel triunfo del Laguna ¡1 a 0! contra los “Cremas” del América.

Los dueños de los equipos, empresarios laguneros, ponían los billetes con un esfuerzo realmente encomiable; no había comercialización, no había televisión, lo único que ingresaba eran las entradas y el dinero que sacaban aquellos hombres de sus bolsillos, era lo que lograba mantener vivo el futbol de primera en La Comarca. Hasta que sucedió lo que todos sabemos: se acabaron los mecenas y los equipos se vendieron.

Fue en 1978 el último año de aquella etapa inolvidable cuando nuestra única exigencia era estar en Primera. 5 años después aparece una nueva ilusión, primero “Segunda B” y en solo un año a “Segunda A”. Y siguen apareciendo empresarios, y siguen sacando dinero de las piedras, y sigue una afición leal y enamorada de un equipo ganador en Segunda División. Y por lo que ustedes quieran, llegó nuevamente la primera división. Nuevamente a sufrir, nuevamente con una afición que ni siquiera soñaba con una liguilla, que poco veía para arriba y sólo con la esperanza de no ser el último. Quién no recuerda aquel partido en Morelia, ¡el partido del milagro! Cero a cero y nos quedamos en primera.

Pero sucedió lo que nadie esperaba. Apareció José Miguel Muguerza, Director de la Cervecería Modelo de Torreón, quien penosamente, ni siquiera apareció en la lista de los 40. Toma el equipo la Cervecería y comienza la santosmanía, la imagen de la empresa estaba de por medio, así es que nos montó un equipo campeón, con grandes jugadores que se hicieron ídolos, como aquellos que nos salvaban del descenso, pero que ahora nos daban campeonatos. Eran las vacas gordas… ¡y bien gordas! Después a sufrir unos añitos hasta que la Cervecería vuelve a tomar el equipo, pero ahora al frente un tipo inteligente que, por lo que quieras o mandes, entre gobierno y Cervecería, construyen el TSM. Vuelve a ser el equipo protagonista, llegan nuevos ídolos y la felicidad de una afición que no volvería a sufrir se hizo presente. 

Un nuevo equipo, una nueva época y, sobre todo, una escuela productora de jugadores que se convertiría con el tiempo en una fuente de ingresos importante para el equipo. ¡Mala noticia! ¡Vendieron al Grupo Modelo! ¡El Santos Laguna se vende! ¡Nadie lo quiere! y el Grupo lo remata, y ¡Alejandro aprovecha la oportunidad! Nace entonces el Grupo ORLEGI, en donde se agrupan empresas incluyendo al equipo.  

Entonces nace también el equipo de un solo hombre. Los socios que empezaron con él ya no están, los palcos vacíos, la afición ya no quiere ser parte de esa pasión que une, sufre y disfruta con cada resultado, ya no quiere querer a sus ídolos porque sabe que se van al mejor postor. Se contratan jugadores apostando a que den buen resultado para que al cabo de un año se vendan. La cantera es como los camarones, ¡con uno que salga bueno! Con eso sale buena parte de la inversión. La esperanza se acaba y la afición tras ella. Al estadio para 29,000 espectadores van solo 8,000, la comunicación equipo-afición nula. En fin, tenemos que aprender que, después de sufrir descensos, saborear campeonatos, ahora tendremos que comer el negocio del futbol, lo demás no importa. ¡Que feo es acostumbrarse a lo bueno! ¡Se acaba!